Un exceso de colesterol, sobretodo de colesterol LDL,  es perjudicial para el organismo; contribuye a la formación de la aterosclerosis y afecta al sistema cardiovascular.

Reducir los niveles de colesterol es una buena forma de ganar en salud y de prevenir algunas enfermedades. Para conseguirlo es fundamental la alimentación. Hay que comer equilibradamente y sin grasas saturadas y consumir una gran cantidad de vegetales, legumbres, cereales, hortalizas y frutas.

Los principios de la dieta mediterránea son los más aconsejables puesto que basan su aporte graso, principalmente, en los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados presentes en el pescado y los aceites de oliva y de semillas.

Hacer ejercicio es otra buena costumbre. Los ejercicios aeróbicos (caminar, una carrera suave, el ciclismo, la natación…), a intensidad moderada y desarrollado de manera regular (tres a cinco sesiones por semana), aumentan el HDL (colesterol bueno) y reduce el LDL (colesterol malo) y los niveles de triglicéridos.

En casos extremos, cuando la dieta y el ejercicio físico no consiguen rebajar los niveles de colesterols por si solos, el médico puede optar por un tratamiento farmacológico. La elección de los fármacos depende del problema predominante: exceso de colesterol LDL, exceso de triglicéridos…. Algunos de los fármacos para pacientes con colesterol son las estatinas, los fitosteroles o el ácido Nicotínico. Siempre deben administrarse bajo prescripción médica.