En Francia tienen 3 veces menos enfermedades  del corazón que en Estados Unidos a pesar del alto índice de tabaquismo y que el consumo de grasas saturadas es 3 veces mayor que el de los americanos.  Una de las explicaciones para este hecho conocido como la «paradoja francesa»  se encontraría en que el hábito de tomar vino con las comidas, en especial el vino tinto, ayuda a proteger el corazón.

Esto se basa en que el alcohol aumenta el nivel de las lipoproteinas de alta densidad (HDL), que son buenas para el corazón, efecto protector que  en el caso del vino tinto se incrementaría porque tiene polifenoles y flavonoides, sustancias  que le dan a la bebida ese poder antioxidante.

La evidencia está comprobada científicamente: una investigación de tres años de duración realizada en Barcelona y que analizó la influencia de la ingesta de alcohol en humanos, concluyó que las cualidades de antioxidante y antinflamatorio del vino ocasionan un efecto inhibidor en las primeras fases de la arterioesclerosis.

Según dicho estudio, cuatro vasos diarios en hombres y dos en mujeres reducen en un 30% el factor causante de la arterioesclorosis. La bebida disminuye, además, en un 96% el colesterol malo.

Esto comprobaría que el consumo moderado de vino, como bebida rica en polifenoles, tiene efectos positivos sobre la salud vascular.