Una  embolia es el impacto de una masa no soluble denominada émbolo que es transportada por el torrente sanguíneo a lo largo de un punto del sistema vascular a otro del mismo.

Esta masa puede ser de distintas naturalezas: sólida, líquida o gaseosa y puede tener distintos orígenes. Su principal efecto es producir isquemias (falta de irrigación del tejido) de mayor o menor grado en función del lugar que afecte así como del tamaño del émbolo: como mayor sea, podrá taponar un vaso más importante y por tanto producirá un efecto más extenso en cualquier órgano del cuerpo. por ejemplo, un  émbolo que vaya a terminar en el cerebro, sea de origen cardíaco o carotídeo,  acarrea gran probabilidad de un derrame cerebral isquémico.

La aterosclerosis puede dar origen a una embolia cuando se genera una  trombosis (sangre coagulada) sobre placas de cristales de colesterol  ulceradas. La embolia por cristales de colesterol (ECC) estaría originada por la  formación de un trombo y puede ocurrir igualmente en uno de los ventrículo y ocurre en aproximadamente 30% de los infartos al miocardio de pared anterior