Un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford en Estados Unidos, desarrolló un registro durante seis meses de 170 personas de entre 30 y 65 años que tenían colesterol malo y a quienes se dio a consumir ajo.

En efecto, los participantes fueron divididos en cuatro grupos. Uno de los grupos consumió un diente de ajo de cuatro gramos cada día; el segundo ajo pulverizado y el tercero un extracto de ajo. El cuarto un placebo.

De otro lado, los investigadores esperaban confirmar que el ajo, particularmente crudo, era efectivo en la reducción del colesterol. Sin embargo descubrieron que ninguna de las tres formas de ajo mostró efectos importantes en las concentraciones de colesterol malo en la sangre.